Sunday, January 25, 2015

Cabalgan cientos por hermandad en Mazatlán

Netzahualcoyotl Ceballos
noroeste.com
25-01-2015
La Gran Cabalgata de la Familia Escobar sólo tiene un propósito, la amistad.
Fotografía: Noroeste / Iván Lizárraga.
 
 
MAZATLÁN._ "Derrama Señor tu bendición sobre esta cabalgata", dijo el sacerdote, también él desde lo alto de un caballo, y enseguida cientos de jinetes dejaron de estar.

Era el comienzo de la tradicional Gran Cabalgata de la Familia Escobar, que reunió aproximadamente a 400 jinetes, entre políticos, empresarios y caballistas, además de sus familias y amistades.

* ¿Cuál es la finalidad de hacerlo?, se le preguntó a Víctor Escobar, uno de los organizadores, hijo de quien en vida comenzó las comparsas, don Joaquín Escobar.

Hacer lazos de amistad, nada más, aquí no hay política, aquí no hay nada.

La edición décimo tercera de la cabalgata inició en el Rancho Chuchupira, casi al pie de la autopista Mazatlán-Culiacán; un desayuno con mariachi, la bendición de Dios y emprender el camino hacia el Rancho Las Habas, próxima a la zona comercial de La Marina.

Entre jinetes se cuenta que estas marchas a caballo las principiaron apenas nueve personas, luego se sumaron más jinetes, muchos de otros estados del País, inclusive de Estados Unidos, contagiando a funcionarios públicos, líderes ganaderos, empresarios... y cualquiera que tuviese una bestia que montar.

Una vez se contaron más de mil participantes.

La violencia en Sinaloa, sin embargo, orilló a buscar rutas más seguras, casi pegadas a la playa, pero aún así fue suspendida algunos años, hasta 2014.

"Se me hace muy ching... la cabalgata, vamos viendo el mar, uno se pone a platicar con los 'compas' y te diviertes", expresó uno de los cabalgadores, "ojalá todos los días fueran así de tranquilos, sirve de mucho".

Ayer los visitantes eran de Durango, Zacatecas, Nuevo León, Nayarit, sumados a una diversidad de habitantes de poblados sinaloenses.

Caballos... políticos y 'juniors'
Se había anunciado un caballo para el Gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, y otro más para el Gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez. No obstante, ninguno de los dos funcionarios se apareció.

A esa misma hora, al parecer López Valdez se encontraba jugando golf en uno de los campos de La Marina, acompañado del Alcalde Carlos Felton González.

Malova, quien seguramente no hubiera sorprendido a nadie apareciéndose a caballo, pues a lo largo de su administración ha sido luchador, carnicero y "biker", envió por su parte al Secretario estatal de Turismo, Francisco Córdova Celaya, quien se encaramó a uno de los mejores trotones.

* ¿Es suyo el caballo, Secretario?

"No. Ojalá fuera mío", reconoció el funcionario, que ha participado en otras cabalgatas aunque hasta ayer nunca en la de la familia Escobar.

Y en su representación, Herrera Caldera supuestamente envió a sus hijos al paseo que consumió toda la mañana.

También galoparon algunos descendientes de Antonio Toledo Corro, ex Gobernador de Sinaloa, considerado a sus 95 años de edad uno de los empresarios y políticos con más poder en toda la entidad.

"¡Aquí estamos la gente de Toledo!", exclamó uno de los familiares para ser escuchado por la prensa.

El "Tigre del Sur", como se le conoce al ex Gobernador, por cuestiones de salud no cabalga, pero tampoco dejó de asistir a la fiesta que, al cabo de la cabalgata multitudinaria, se celebró en Las Habas.

Allí igualmente llegó el músico Germán Lizárraga.

Una cabalgata con 'gotas' de la Revolución
El desfile de caballos, por los senderos del norte de Mazatlán, atrapó a turistas y extranjeros que viven en las confinidades de Playa Delfín.

"¡Adiós, adiós!", les decía una forastera a los montadores.

No era para menos el asombro: la escena de cientos de hombres a caballo, muchos con paleacates cubriendo nariz y boca, parecía una viva imagen reproducida de la Revolución Mexicana.

Las patas de los animales despertando el polvo, el "cloc cloc" de los cascos, la mirada envalentonada de otros tantos... y por si fuera poco, un hombre personificado como el jefe revolucionario Pancho Villa, llevando en un altillo la Bandera Mexicana de un siglo atrás.

Y así, un año más, los caballos fueron la razón para que en Mazatlán se reunieran cientos en amistad, con la esperanza de que, el otro año, fueran miles.

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